La práctica artística como recurso pedagógico puede ser entendida y utilizada de múltiples formas, y como base de todas ellas destacaría la importancia de la Creatividad. Educar en los valores de la Creatividad no implica negar el conocimiento o la disciplina, sino exaltar la Libertad. Y la Libertad no entendida como un abstracto demagógico e hipócrita, sino como un concreto infinito, como el brillante y caleidoscópico Lugar que existe en cada uno de nosotros. Un lugar que, tal y como canta Nina Simone, está en nuestras manos, nariz, sexo, cerebro, boca, sangre... Un lugar llamado Vida. Un lugar interior que vamos construyendo nosotros mismos experimentando el mundo exterior sin complejos. Y experimentar implica vivir, sentir, tocar, desequilibrarse... Y caer. Considerando la caída como aliciente y no como derrota. Educar en la Creatividad no entiende el éxito ni el fracaso, porque la acción se desarrolla desde ese nuestro Lugar (nuestro laboratorio personal) en el que no existe un baremo social que nos evalúe constantemente.
Y todo esto, que parece tan ideal, es bien real y lo encontramos en los niños. En sus ojos grandes y abiertos que no son nada más que el reflejo externo de su mente. ¡Cuánto tenemos que aprender nosotros, adultos hipócritas, miedosos y preocupados por encajar en el molde, de la libertad interior del niño! Libertad que reposa en la sinceridad con la que hurga en su Lugar y experimenta en él sin complejos. Esos fascinantes seres diminutos, en su esencia, no tienen miedo de no encajar en un sistema meticulosamente preparado para controlarles. Se respetan y se quieren. Aunque esa esencia es breve, ya nos encargamos los adultos de que así sea.
Pero no siempre. En algunos casos, siempre desde los márgenes del “Sistema Educativo Oficial”, encontramos increíbles grietas. El trabajo de Eloisa Valero, profesora del Instituto Martí i Franquès (de cuyo bloc “Fer visible l'invisible” ya hablamos en diciembre), el trabajo de Marisa Suárez y Núria Serra de la sección pedagógica del MAMT, y el camino didáctico que ha empezado a emprender en sus proyectos el artista visual Jordi Abelló. Estos 3 vértices se unieron en un potente proyecto cuyo titular “L'ètica sota crítica. Videoart, aula, artista y museu” define muy bien el contenido del triángulo: a partir del contacto con un trabajo de Abelló (“L'ètica sota crítica”) y con el propio artista, estudiantes de 1º de Bachillerato del IES Martí i Franquès realizaron sus propias videocreaciones que fueron expuestas en el Museo. Los estudiantes experimentaron al Artista como un referente a partir del cual construir su propio viaje, viaje al Museo como un cercano cobijo a sus preguntas. Este proyecto consigue que el Arte, “más allá de ser un objeto de estudio alejado de la vida” de los estudiantes, forme parte de su universo. En este sentido, tiene muchos puntos en común con el trabajo de la “Comisión Literaria y Creativa” de la Escuela “El Miracle”. Motivado por el impulso de las familias y con la colaboración del profesorado, este es un proyecto en el que los pequeños son educados en la Creatividad: descubren las texturas urbanas y humanas presentes en el entorno de su Escuela y las recogen en una acción audiovisual; exploran la poesía existente en las palabras y los objetos y se impregnan de ella en sus propias construcciones; juegan con los elementos de la naturaleza para crear estructuras imaginadas, siguiendo el proceso de Gaudí y con la colaboración de un artista plástico (Abelló)...
Estas grietas son ejemplos de prácticas de educación en la Creatividad, en la Poesía, en la Imaginación, en el Color y en las Texturas de la Vida. Educación en la Libertad, la libertad de permitir al alumno que ocupe el espacio desde sus propias acciones, intereses e impulsos. Por lo tanto, probemos a bajar de la tarima, a salirnos de la raya. Alejémonos del discurso acomodado en la certeza. Enseñemos a pensar más que a obedecer. Probemos a vivir la Creatividad. A enseñar en ella. Probemos a dejar que sean los niños quienes pasen delante.