El poder de atracción de Tita Cervera es innegable. Tan real como su capacidad de convocatoria. Y es que, desde el pasado 6 de febrero cuando se inauguró la exposición a puerta cerrada, muchos son los curiosos que se han acercado a ver la colección Thyssen. Un homenaje al paisajismo catalán, sin obviar la influencia internacional, a través de 55 obras que codean a artistas como Matisse, Gauguin, Monet, Rusiñol, Mir, Meifrén, Vayreda o Miró. Una oda a un período de transición, a través de un género aparentemente ingenuo y amable. Un exquisito manjar de luz y color con el que la baronesa... ¿nos quiere seducir o más bien embaucar? Eso tendrán que juzgarlo ustedes mismos.
El discurso es un viaje espacio-tiempo que nos traslada a la Cataluña de mitades del siglo XIX y que recorre cien años hasta llegar a los primeros movimientos de Vanguardias de la postguerra. Tras los irreverentes ecos de la industrialización, la sociedad moderna ve nacer a personajes como Ramon Martí Alsina que pintan a la ausencia de la naturaleza. Es idealizada, se simboliza, el paisaje extiende la mano a la angustia existencial que sienten artistas como Eliseu Meifrén. Irrumpe con fuerza el Impresionismo, procedente de la vecina Francia, a través de nuevas técnicas y su particular utilización del color. El Noucentisme se convierte en un acto de digestión para figuras como la de Joaquim Sunyer o Josep Amat que, a causa de la llegada de la fotografía, ven cómo se extingue el camino de la figuración. Se da paso luego a la abstracción, donde no hay más paisaje que el imaginado. Y donde Miró, entre otros, es un ejemplo.
Así, y una vez puestos en situación, qué mejor que abandonarse a la sensualidad a través de los cinco espacios que nos propone la sala... Pasear por el Naturalismo. Son los sollozos de un niño que debe abandonar los brazos de su madre para ir al colegio. Es un camino afable que sirvió de válvula de escape para aquellos burgueses que añoraban e idealizaban la vida en el campo, pero sin moverse de sus residencias urbanas. Detenerse en el Romanticismo. Abstraerse en ese paisaje infinito e introspectivo, sin temer al miedo, y dejar que tu mirada se pierda en una luz lejana y aguda, probablemente de un cielo crepuscular. Esa luz provenía de la Alemania existencialista que, a través de la relación del hombre y la naturaleza, ponía en jaque el sentido de la vida. Aprender del Impresionismo, que es el aquí y ahora. Es el momento en que el artista decide abandonar el estudio y pinta al aire libre tras la captación del instante. Se experimenta con la utilización de los colores complementarios y se abandona la autoridad de la línea, dejando que la pintura vibre. Pasar de puntillas por el Retorno al orden. Ya no somos la misma persona de antes ni se nos presenta el mismo río. Se ha abierto una brecha que, agotada la figuración, da paso al mundo fascinante de la abstracción. Piénsenlo bien, las Vanguardias cuestan de entender porque cada una de ellas es el paso para la siguiente. Es un juego de estrategia para el que se debe poner en marcha la imaginación, abandonar los prejuicios y entender la ironía. Tal vez, y solo tal vez, exista solo un paisaje en toda la exposición.
Un ejercicio altamente recomendable es que, tras la visita a la exposición, como al psicoanalista, busquen en su interior e indaguen qué paisaje guardan, cual artistas de la escuela de Barbizon. Retóquenlo si es necesario. Después planteen el contrario e induzcan la catarsis. De esta forma confluimos en el estado en el que me quedé tras visitar la exposición un sábado por la tarde. ¡Bendita inocencia! Todo a mi alrededor era una pasarela de pieles y pelos cardados. Casi muero en el intento. Todos queriendo ser barones y baronesas por un día. Tita Cervera, la mujer que se hizo a sí misma en busca del éxito y la fama, en el selecto mundo del arte y la intelectualidad siempre serás mirada con recelo, ¡pero aquí te recibimos con los brazos abiertos!